Tour virtual "Camino al Templo" Tour virtual "Camino al Templo" Entraremos en la Ciudad Vieja por la Puerta de Jaffa y por el mercado árabe iremos a la Iglesia del Santo Sepulcro.
Audio 01 JERUSALÉN: DE LA PUERTA DE JAFFA A LA IGLESIA DEL SANTO SEPULCRO Excursión por el barrio Cristiano de la Ciudad Vieja Os invitamos a acompañarnos en la visita virtual de Jerusalén, la cuna de la civilización cristiana. A pesar de ser relativamente pequeña, es imposible conocer la Ciudad Vieja en una sola visita debido a la gran cantidad de lugares históricos y sagrados que alberga. Por eso hoy entraremos en el antiguo Jerusalén por la puerta de Jaffa, descubriremos lo que hay detrás de ella, luego atravesaremos el mercado árabe y nos encontraremos delante del mayor santuario del mundo, la Iglesia del Santo Sepulcro. Finalmente, para acabar la visita, conoceremos los alrededores del templo. Pues, ¡vamos! Panorama 002 – Audio 02 Muy a menudo, a las ciudades famosas del mundo les ponen los nombres alegóricos que se entienden fácilmente al traducirlos a otros idiomas. Por ejemplo, Roma, la ciudad eterna. París, la ciudad de los enamorados. Y si oís hablar de la ciudad sagrada, se entiende enseguida que se trata de Jerusalén. La historia de esta sorprendente ciudad hecha de piedra caliza blanca y rosa, tiene sus orígenes en la remota antigüedad. Los antiguos egipcios la conocían como Rushalayim, los habitantes de Babilonia, como Urusalem. Sea como sea, su nombre se traduce como “ciudad de paz” o “casa de la paz”. En el siglo XI a.C., el rey David de Israel y de Judá la convirtió en su capital, y su hijo, Salomón, construyó aquí el primer Templo. Esta ciudad guarda recuerdos de la crucifixión y la resurrección de Jesucristo, la revuelta de los judíos contra el poder romano, el esplendor bizantino, las oraciones de los cruzados, la crueldad de los árabes musulmanes y la ira otomana. En 1949, Jerusalén se convierte en la capital de Israel; en 1981, su Ciudad Vieja se declara parte del Patrimonio de la Humanidad. Jerusalén es una ciudad sagrada para tres de las religiones más importantes del mundo: judaísmo, cristianismo e islam, los lugares santos de las cuales se encuentran dentro de sus contornos. El Muro de las Lamentaciones, la Mezquita de Al-Aqsa con la Cúpula de la Roca, y, por supuesto, la Iglesia del Santo Sepulcro hacia donde nos dirigimos. Sin embargo, lo que Jerusalén encierra en sí no es sólo historia, sino también una atractiva y sorprendente contemporaneidad. En 2005, la ciudad entró en los cinco primeros centros tecnológicos del mayor desarrollo del planeta. Muchas de sus edificaciones, como, por ejemplo, el puente atirantado “el arpa del rey David”, son unas auténticas obras maestras arquitectónicas conocidas en todo el mundo. Nuestro camino de hoy nos lleva a la Ciudad Vieja que alberga varios barrios históricos: cristiano, musulmán, armenio y judío. Entraremos dentro a través de la puerta de Jaffa construida, igual que la muralla actual, por el soberano turco Solimán el Magnífico. Panorama 001 – ¿¿ La puerta de Jaffa es una de las puertas históricas de la Ciudad Antigua de Jerusalén. Igual que las murallas de la ciudad, fue construida en el siglo XVI por el sultán turco Solimán I, que se quedó en la historia como el Grande o el Magnífico. La altura de la muralla que construyó alcanza unos 12 m con el grosor de unos 5 m. En total, la extensión de las murallas de la Ciudad Vieja es de más de 4500 km. La puerta de Jaffa es el punto de partida de un gran número de itinerarios turísticos. Esta puerta se encuentra en el cruce del camino oeste que lleva al puerto mediterráneo de Jaffa que hoy en día forma parte de Tel Aviv, y el camino sur que lleva a Belén y Hebrón. En la Edad Media, la atravesaban las recuas que llevaban productos traídos por mar. A través de esta puerta también entraban los peregrinos cristianos para los que el viaje hacia la Tierra Santa fue una gran hazaña espiritual. En memoria del peregrinaje realizado, muchos de ellos llevaban la cruz de Jerusalén por encima de la ropa durante el resto de su vida y de este modo se beneficiaban del respeto de sus correligionarios. Actualmente, la puerta de Jaffa es uno de los lugares más concurridos de la ciudad. Al atravesarla, se puede acceder a una pintoresca plaza y luego, a la calle principal Jaffo y visitar los barrios Cristiano y Armenio. Pero primero habrá que pasar por la puerta. Panorama 004 – Audio 04 La puerta de Jaffa de Jerusalén es la única que da al Oeste. Se levantó sobre la muralla más antigua y cumplió con todos los cánones de construcción de las obras de fortificación del siglo XVI. La altura de paso de la puerta es de unos 6 metros. Sus inventores confiaban que su forma de L tenía que impedir que el enemigo entrase fácilmente en la ciudad. Es curioso que desde su construcción en la época de Solimán el Magnífico y hasta ahora la puerta no haya cumplido con su objetivo principal: el de la defensa. En 1917, el general británico Allenby entró sin dificultad a través de esta puerta para aceptar la capitulación de los turcos. Este acontecimiento puso inicio a la época del mandato británico en la historia de la Tierra Santa. La puerta de Jaffa está construida de bloques de piedra de gran tamaño. A pesar de que durante los dos últimos siglos la puerta sufrió numerosas modificaciones tanto por dentro como por fuera propios de uno u otro estilo arquitectónico, hoy en día la puerta ha recuperado su forma original. Panorama 005 – Audio 05, Audio 15 Justo detrás de la puerta de Jaffa se encuentra la plaza que conduce al barrio Armenio, o al barrio Cristiano a través del cual nos dirigimos hacia la Iglesia del Santo Sepulcro dejando atrás el mercadillo. Pero antes de continuar nuestro camino, vamos a ver qué hay aquí, en esta plaza. A la salida de la puerta, hay una inscripción histórica en árabe que glorifica a Alá y al sultán Solimán, el edificador de la muralla. Al lado de la puerta, detrás de la reja hay dos tumbas. Según dicen, aquí están enterrados los arquitectos ejecutados por orden del sultán por no haber incluido los elementos indicados por Solimán en el proyecto de la muralla. Otra versión más mundana dice que se trata de las tumbas de hacendados que vivieron en la época otomana y que invirtieron generosamente en la construcción de las fortificaciones y acondicionamiento de Jerusalén. Pero el origen de la brecha en la muralla cerca de la puerta de Jaffa se conoce con total seguridad. La abrieron en 1898 para que la carroza del emperador germánico Wilhelm el Segundo y su corte pudiera entrar en la ciudad: los turcos daban mucha importancia a la recepción de su aliado alemán. Es curioso que finalmente el Káiser entró en Jerusalén por otra puerta, pero el agujero hecho en la muralla existe hasta ahora. Panorama 006 – Audio 06 A pesar de que la Ciudad Vieja ocupa muy poco territorio, poco más de un metro cuadrado, la concentración de los lugares históricos y sagrados aquí es mayor que en toda la Tierra Santa. O, quizás, que en todo el mundo. La Ciudad Vieja la destruyeron dieciséis veces y la reconstruyeron, diecisiete. Por eso en su aspecto se entrelazan varios estilos arquitectónicos de diferentes épocas y pueblos que dejaron su huella en la historia de la Tierra Santa. Durante su larga historia, la Ciudad Sagrada llevaba más de setenta nombres. Uno de ellos, “Salem” que en hebreo significa “perfecto”, “completo”, es el que mejor transmite el significado de Jerusalén para la civilización mundial. David, el cantante de salmos, y el rey Salomón, Jesús Cristo y la virgen María, el profeta Mahoma – detrás de estos nombres hay tradiciones seguidas por unos cuantos miles de millones de personas en todo el mundo. Todas estas tradiciones se han entrelazado caprichosamente en cuatro barrios de la Ciudad Vieja. El más grande de ellos, el Musulmán, no sólo tiene las reliquias más importantes del islam: por su territorio también pasa la Vía Dolorosa o Via Crucis. En el más visitado barrio Judío se encuentra no sólo el Muro de las Lamentaciones que reúne a los judíos de todo el mundo, sino también Cardo, parte de la calle de la época romana que guarda huellas de los cruzados. En el barrio Armenio, que no sólo es centro de esta comunidad en el país con su Catedral de Santiago, vive y trabaja mucha gente que se dedica al arte y artesanía. Nuestro camino hacia la Iglesia del Santo Sepulcro pasa por el barrio Cristiano, pero antes de continuar, nos desviaremos un poco de nuestro itinerario y echaremos un vistazo a los alrededores. Panorama 007 – Audio 07 No muy lejos de nuestro camino tenemos la ciudadela que actualmente alberga la Torre de David, el museo de la Historia de Jerusalén. Precisamente a David, el rey, profeta y autor de los salmos más vibrantes, Jerusalén le debe su condición de capital, primero de Judea, y luego de todo Israel. Según la leyenda que se concuerda con los datos históricos fehacientes, en este lugar se encontraba la residencia del antiguo rey. En el siglo II a.C., aquí mismo, dentro de la muralla se erguía la torre que tenía que paliar uno de los puntos débiles de la defensa de la ciudad. En los tiempos evangélicos, Herodes I el Grande emprendió la reconstrucción integral de la edificación y agregó tres torres: en memoria de su hermano, amigo y su querida esposa. Estas torres fueron destruidas por los romanos que conquistaron Jerusalén, sólo se conservó la parte inferior de una de ellas. Aquella, donde ahora está el museo. También los cruzados reconocieron la ubicación majestuosa de la ciudadela: pusieron aquí la residencia de los monarcas del reino de Jerusalén de los siglos XI-XII. Los Cruzados aumentaron significativamente la altura de la torre y la rodearon con el foso lleno de agua. Desde lo alto de la ciudadela, los guardias observaban el camino de Jaffa con miles de peregrinos que se dirigían a la ciudad, cuando los jinetes patrullaban el camino que conducía hacia el mar. Cuando la capital del reino de Jerusalén cayó en 1187, tras recibir la capitulación de la ciudad, el sultán Saladino ordenó alzar su bandera sobre la Torre de David. Entonces, los cristianos capaces de pagar su rescate o rescatados por la Iglesia, abandonaban la ciudad por la puerta de Jaffa dejando de lado la Torre. Sus correligionarios que tenían menos suerte, se convirtieron en esclavos de los musulmanes. A lo largo de su existencia, la ciudadela se veía destruida numerosas veces por sus conquistadores y volvía a reconstruirse de nuevo. Las edificaciones contemporáneas datan de los siglos XIV-XVI, pero nadie será capaz de definir con seguridad la edad de las piedras que están por debajo de ellas. Hoy en día, una parte del edificio de la Ciudadela y su patio están destinados al Museo de la Historia de Jerusalén que merece una visita durante un día especialmente reservado para este fin. Es más, la Torre de David es uno de los lugares preferidos de los habitantes de Jerusalén para disfrutar de los paseos. Aquí se organizan fiestas, espectáculos, conciertos y shows. Panorama 008 – Audio 08 Dejando la entrada a la Ciudadela a nuestras espaldas, a la izquierda podemos ver una calle estrechita que se esconde en el pasaje entre edificios. Es la calle David que alberga el mercado árabe. Antes de adentrarnos en las filas de sus paradas, comentaremos un poco el barrio Cristiano de la Ciudad Vieja por el que pasa nuestro camino hacia la Iglesia del Santo Sepulcro, el corazón de este barrio. De casas, aquí hay pocas. Debido al gran número de peregrinos y turistas, la mayoría aquí son hoteles, cafés y restaurantes. Y, por supuesto, un sinfín de tiendas y paradas que comentaremos más adelante. Aquí se encuentra también el Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Griega con la residencia del Patriarca, el Patriarcado Latino y el monasterio franciscano de San Salvador, en total, hay más de cuarenta lugares sagrados cristianos. En el siglo XIX, durante el imperio otomano en la Tierra Santa, los países cristianos aumentaban su presencia en Jerusalén comprando terrenos, estableciendo sus misiones, abriendo monasterios y otros establecimientos de carácter espiritual y mundano. Entre los países que se arraigaron aquí se destacan Alemania, Francia, Austria y Rusia. A petición de estos estados, en 1898 en la muralla de la ciudad las autoridades turcas abrieron una puerta más, la Nueva, para facilitar la movilidad de los peregrinos. A principios del siglo XX, gracias al descubrimiento del Canal de Suez, el flujo de viajeros a la Tierra Santa crece significativamente y al mismo tiempo aumenta el número de habitantes del barrio Cristiano de Jerusalén. Panorama 3 - ¿? Para una persona que en mercado se siente como el pez en el agua y disfruta de ir observando, preguntando y negociando, el paseo por el mercado árabe de la Ciudad Vieja no le parecerá nada largo, ¡todo lo contrario! Es curioso que en este concurrido mercado colorido, si hay suerte, se pueda oír al mismo tiempo el toque de campanas del templo cristiano, el prolongado adhan desde el minarete de la mezquita, y en el mes judío de Elul también el sonido de Shofar, el antiguo instrumento de viento que anteriormente era usado para dar señales y ahora suena con tonalidades religiosas y que tiene su origen en la remota antigüedad. Las filas del mercado árabe son estrechas, pero muy cómodas: a veces basta con desplegar las manos para tocar los artículos de uno y otro lado de la fila. Pero medir el ancho de las filas de este modo se puede sólo si hay poca gente: en los concurridos días de mercado mejor no hacerlo. Algunas calles y callejones del mercado árabe son rectos, pero la mayoría son empinados, en algunos puntos sus peldaños se cruzan con unas pequeñas rampas que se usan para carros con los que se trae y se lleva mercancía, así como para las máquinas diminutas que limpian las calles y plazas de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Panel 10 – Audio 10 Lo más probable es que el dicho popular “el camino hacia el Templo pasa por el mercado”, la certeza del cual nos pueden demostrar muchas ciudades del mundo, sea originario de aquí, de la Ciudad Vieja de Jerusalén, y con mayor seguridad, lo inventaron los peregrinos que entraban en la ciudad a través de la Puerta de Jaffa, igual que nosotros. Cabe mencionar que la Ciudad Vieja empezó a atraer a la gente que buscaba sabiduría mucho antes de la aparición del cristianismo. ¿Cuándo empezó todo?, tampoco se podría asegurar. Pero aún Alejandro Magno, el rey de Macedonia, que dio inicio a la moderna civilización occidental, estaba buscando aquí, en Jerusalén, respuestas a las preguntas que le atormentaban y se dirigía a los sabios que pasaban muchos años rezando en el Segundo Templo de Jerusalén. A pesar de que los jerosolimitanos eran aliados de su adversario, el rey persa Darío, a Alejandro le provocaban un gran interés mezclado con respeto, y siendo adicto a la filosofía, como todo griego, pasaba muchas horas conversando con los ancianos de aquí. El contenido de sus charlas se ha conservado en forma de apólogos. “¿Quién es sabio en todo el mundo?” – preguntó Alejandro a los ancianos. “Sabio es aquel que sabe hacer bien las preguntas y aprender de cada cual que encuentra en su camino” – respondieron los ancianos. “¿Quién es fuerte en todo el mundo?” – preguntó Alejandro. “fuerte es aquel que puede superar sus propias debilidades” – respondieron los ancianos. “Entonces, ¿quién es héroe en todo el mundo?” – preguntó Alejandro. “Héroe es aquel que puede hacer que el que le odia le quiera”. “¿A quién se le respeta en todo el mundo?” – preguntó el rey. “Se le respeta a aquel que se respeta a si mismo” – dieron su respuesta los ancianos. “Y, ¿quién es rico en todo mundo?” – continuó Alejandro. “Rico es aquel que sabe estar contento con lo que tiene” – le respondieron al soberano. “Y, ¿quién es feliz en todo el mundo?” – fue la última pregunta del rey. “Es feliz el marido que ha encontrado una mujer guapa y bella en su comportamiento” – oyó en respuesta. La leyenda dice que Alejandro se impresionó tanto con la concisa sabiduría de los ancianos de Jerusalén que subió junto con ellos a la montaña y estaba rezando a Dios que les inspiraba en aquella parte de la Iglesia que los extranjeros podían visitar. Panel 11 – Audio 11 Tras atravesar el mercado, al final del camino nos encontraremos delante de la Iglesia del Santo Sepulcro, el objetivo de nuestro viaje. Pero antes de entrar dentro, vamos a dar un paseo por el mercado árabe, visitando sus tiendas y paradas que ofrecen productos de todas clases. En primer lugar, vemos souvenirs, pero también iconos, cruces y otras reliquias cristianas que explicaremos más tarde con más detalle. A primera vista, el mercado es un atributo de cualquier ciudad, tanto en la antigüedad como en la actualidad. Pero, para entender su significado aquí, hay que recordar que mil años antes de Cristo Jerusalén no sólo era centro entre los vastos y prósperos campos, sino también el centro de comercio internacional, hablando con el lenguaje de hoy. Ubicada entre los populosos Egipto y Asia, la ciudad vendía, compraba e intermediaba en las operaciones relacionadas con los más importantes medios de transporte de la Edad Antigua: barcos, caballos y carrozas. Los egipcios necesitaban caballos, y los habitantes de los países asiáticos, las elegantes carrozas hechas por los egipcios. Al lado, en la playa, los fenicios, los mejores navieros de su tiempo, construían sus seguros barcos. Una parte de estos barcos se vendía y el resto se utilizaba en la flota mercante creada por orden del rey Salomón. ¡Poca cosa quedaba de lo que no traían estos barcos! De Arabia, la India, África y los países misteriosos como Punto y Ofir traían oro, plata, ébano, caoba, pieles de tigre, textiles, fragancias, especias y animales exóticos. Jerusalén se hacía cada vez más rica. “El rey hizo la plata tan común en Jerusalén como las piedras, e hizo los cedros como los sicómoros que se dan en abundancia en los valles” – así se describía la época del rey Salomón en el Libro Tercero de los Reyes. Lo más probable que sea una exageración, pero la vida de los habitantes de Jerusalén de aquel entonces en cierto sentido fue la época de oro. Panel 12 – Audio 12 La ciudad-mercado, el Antiguo Jerusalén no sólo importaba, sino también exportaba los productos necesarios. Además de la mercancía agrícola que ya hemos mencionado – cereales, aceite, fruta y vino – los principales productos de exportación eran cobre, que había aquí en abundancia, y la piedra de construcción que se encontraba sólo en aquella zona a la que hasta hoy en día la llaman “la piedra de Jerusalén”. Las excavaciones en la Ciudad Vieja y los objetos encontrados nos permiten tener una idea de lo que estaban comprando los habitantes de Jerusalén en los tiempos remotos. Tazas para cosmética hechas de escayola u otros materiales, frascos para fragancias, espejos, tenacillas y horquillas para el cabello, todo esto se vendía aquí, en este mercado, igual que ahora. Las mujeres del Antiguo Jerusalén usaban agua de colonia, coloretes, cremas, mirra, henna, aceites balsámicos, polvos de la corteza de cipreses, tintes rojos para las uñas y azules, para los párpados. No importa que hoy en día tengamos mucha más elección de cosmética y perfumería, los hallazgos arqueológicos demuestran que el Antiguo Jerusalén era una ciudad próspera, con gran concentración de los objetos de lujo para aquel entonces. Al mismo tiempo, la vida cotidiana de los habitantes de Jerusalén era bastante ascética. Casi no tenían muebles en sus domicilios, hasta la gente acomodada utilizaba esteras para sentarse y dormir. Su alimentación se basaba en trigo, cereales, lentejas, alubias, cebolla, ajo, legumbres, fruta, leche de vaca u oveja, y miel. Comían carne para las fiestas, el vino lo bebían de manera muy moderada. No estaba nada mal para la Edad Antigua, es claro que la variedad de comida y bebida de hoy les hubiera parecido a los antiguos jerosolimitanos una cosa increíble. Panel 13 – Audio 13 Hemos dado una vuelta por el mercado árabe, por el cual pasa nuestro camino hacia la Iglesia, y hemos regresado a la calle David desde donde empezamos nuestro itinerario. Aquí, entre los barrios Cristiano y Musulmán, tal y como debe ser, en el cruce de caminos hacia los más importantes lugares de interés y reliquias de la Ciudad Vieja de Jerusalén, podemos encontrar a los judíos que se apresuran al Muro de las Lamentaciones, los musulmanes que se dirigen a las mezquitas del Monte del Templo, pero los cristianos que van, igual que nosotros, a la Iglesia del Santo Sepulcro, sin duda alguna, los superan a todos en número. Es por eso que las tiendas tienen un sinfín de iconos, grandes y pequeños, las imágenes pintorescas hechas en diferentes técnicas y materiales, pero casi siempre hacen referencia a la Tierra Santa. Algunos iconos que se ofrecen en las tiendas del mercado árabe son de gran valor artístico, están hechos de materiales preciosos y, como es habitual, se acompañan con un certificado que facilita los trámites de exportación. Aquí finalizamos nuestra excursión. Antes de despedirnos, me gustaría citar las palabras del rey David, el profeta y cantante de salmos: ““Si yo te olvido, oh Jerusalén, olvídese de sí mi diestra”. Tenía toda la razón, es imposible olvidarse de esta ciudad una vez la había visitado. Panel 14 – Audio 14 El mercado árabe por el que avanzamos es un auténtico mercado oriental, bullicioso y variado, que atrae con sus vivos colores. Aquí hay de todo: especias, fragancias, bisutería, souvenirs, pañuelos de seda de fabricación local, la ropa de China, los dulces orientales que hacen la boca agua y la chillona cerámica armenia. El hospitalario mercado árabe de muchas voces, con su servicio quizás un poco impertinente nos explicará cosas, hará preguntas e invitará a una taza de un buen café. Por muy vertiginoso que sea el avance de la civilización, el mercado de aquí sigue siendo igual que hace dos mil años cuando los pies del Hijo Humano, Jesucristo, tocaban las piedras de Jerusalén. La vida de la Virgen María también tiene mucha relación con la Ciudad Vieja. A pesar de que es originaria de Nazaret, sus padres, Joaquín y Ana, tenían una casa en Jerusalén en la que nació María. A los tres años, sus padres la enviaron a vivir al Templo de Jerusalén donde permaneció hasta la adolescencia acortando tiempo entre oraciones y costura. Sus primeros años de vida la Virgen María los pasó en la casa de los padres. Al mismo inicio de la calle Via Dolorosa, a la Puerta de León, en la entrada de una finca hay una pequeña iglesia griega de la Natividad de Nuestra Señora. Debajo de ella hay dos cuevas, una de las cuales tiene marcado con una cruz de mosaico el lugar de nacimiento de la Virgen. Un hueco en la pared en forma de estante donde estaba la cuna de Nuestra Señora siempre está lleno de flores frescas que traen los visitantes. En la otra parte del territorio que pertenecía a Joaquín y Ana está la majestuosa iglesia de Santa Ana construida en la época de las Cruzadas. A todos los que entran allí, los recibe una emocionante escultura de la madre e hija conversando, Ana y la Virgen María. Un día visitaremos sin falta estos lugares en una de nuestras visitas virtuales, pero ahora continuaremos nuestro camino por el mercado árabe. Panel 15 - ¿? El mercado árabe está abierto cada día, excepto los viernes, desde la madrugada hasta el oscurecer. Entre sus ruidosas filas se distinguen fácilmente los turistas que no paran de darle vueltas a la cabeza sin decidirse con la compra de los pausados habitantes locales que saben perfectamente qué necesitan y dónde lo pueden comprar. Aquí el aire está impregnado de aromas de las especias orientales, el gran surtido de las cuales se ofrecen en grandes puestos. Souvenirs, joyas, ropa para cualquier gusto, entre la que se destacan enseguida los pañuelos chillones y anchos pantalones orientales. Justo sobre el suelo, a los pies de transeúntes, están las alfombras persas: sus vendedores demuestran de tal modo la calidad de estos productos, resistentes al polvo y que conversan sus vivos colores. Está claro que el mercado árabe que atraviesa el territorio del barrio Cristiano no es el único en Jerusalén. Una vez a la semana, los jueves, en la calle Kikar Hatulot abre un pequeño mercado que ofrece un sinfín de artículos vintage en sus puestos móviles. Los gourmets y amantes de los productos exóticos tienen un mercado al cielo abierto, Mahane Yeguda, en la calle Jaffo que con razón se considera el mejor mercado alimentario de Jerusalén. Pero vamos a volver al mercado árabe y continuar nuestro camino rumbo a la Iglesia del Santo Sepulcro y los lugares históricos ubicados en sus alrededores. Panel 16 – Audio 16 Si por el camino hemos decidido explorar lo que ofrecen las tiendas y puestos de la ciudad, comentaremos un poco los artículos cerámicos de colores vivos que con mucho gusto compran en Jerusalén los turistas de todo el mundo. Algunos artículos están hechos en estilo persa, los podemos encontrar en los mercados de Irán y otros países árabes. Pero la que prevalece aquí es la cerámica armenia que encierra en sí todos los secretos que los padres transmitían a sus hijos a lo largo de más de quinientos años. Vajilla, azulejos, jarrones con característicos ornamentos y simbólica están hechos en su mayoría por los artesanos del barrio Armenio de Jerusalén, y sólo una parte se fabrica en los talleres de cerámica de Hebrón y Samaria. Sea como sea, todos estos artículos pertenecen a la escuela de la cerámica armenia de Jerusalén, objeto de trabajos científicos y exposiciones en los más importantes museos del país, y que desde hace tiempo y con razón se considera local. A pesar de que los armenios vivían en Jerusalén desde hace tiempo, el auténtico renacimiento de la cerámica nacional tuvo lugar después de los notorios acontecimientos de 1915 en Turquía cuando muchos artesanos armenios se vieron obligados a parar en la Tierra Santa. En 1919, en la época del mandato británico, las autoridades le invitaron a David Oganesian a tomar parte en la restauración de la Mezquita de Omar. Otros dos especialistas que le acompañaron, el alfarero Nshan Balian y el pintor Mkrtich Karakashian se hicieron fundadores de las únicas escuelas de arte de cerámica armenia cada una de las cuales ya tiene muchos seguidores en el Israel contemporáneo. Por supuesto, la cerámica presente en el mercado árabe de Jerusalén en su mayoría se produce en serie. No obstante, sigue llevando aquellos rasgos característicos por los que la vajilla, azulejos y otros artículos armenios se reconocen enseguida en otros países del mundo. Panel 17 – Audio 17 “Mercado oriental internacional” son letreros en inglés y árabe que se ven a cada paso en el mercado árabe. Tal y como hemos podido comprobar, eso es cierto, pero más vale que de nuestro viaje a Jerusalén llevemos de regalo a nuestros familiares (o de recuerdo para nosotros mismos) un souvenir típico de la Tierra Santa. La oferta de tales artículos en el mercado es enorme, por eso, llamaremos vuestra atención sólo a unas cuantas cosas interesantes y poco comunes que evocarán recuerdos sobre Israel por mucho tiempo que pase desde vuestra visita. Las mujeres apreciarán , sin duda, los productos cosméticos a base de minerales y sales únicas extraídas del Mar Muerto: su efecto para la piel y el cabello a veces se considera milagroso. Peelings, scrabs, cremas, champús, jabones, acondicionadores y mucho más, para no perderse entre toda esta variedad, es mejor comprar un pack que muy a menudo incluye varios o una docena de productos cosméticos. Las joyas, sobre todo a base de plata, es un orgullo reconocido de los joyeros israelitas. El estilo de fabricación local es muy fino y único lo que impresiona a muchos extranjeros. Por cierto, las joyas de brillantes y otras piedras semipreciosas aquí, en Jerusalén, son más baratas que en otros países europeos. Panel 18 – Audio 18 También se puede elegir aquí bisutería, souvenirs, otros artículos para amigos y compañeros de trabajo, en el mercado árabe los hay de sobra. Quizás, la cosa más interesante (sin que tenga carácter religioso) es jamsa, un símbolo en forma de mano abierta con la imagen del ojo. La historia de este símbolo tiene su origen en la antigüedad: a lo largo de siglos o hasta miles de años de su existencia lo llamaban “la palma de Jamesh” o “la mano de Mariam”. La gente supersticiosa dice que el Jamsa protege contra maleficio y mal de ojo, pero muchas personas en Israel llevan esta cosa extravagante en el cuello como adorno, o en forma del llavero de goma. Tenemos otra historia parecida del hijo de lana rojo que se lleva en la muñeca: algunos le atribuyen las propiedades defensivas o la capacidad de hacer realidad un deseo pensado cuando el hilo se desgaste. Al mismo tiempo, es uno de los souvenirs más populares en todo el mundo que mucha gente pide que se lo traiga desde Israel. Se dice que la tumba de la procreadora Raquel, la que hace muchos siglos deploraba por los israelitas a los que aprisionaban los conquistadores de Babilonia, estaba envuelto con el hilo de lana rojo. A los aficionados de deportes activos les gustará el maktot, una variedad local de tenis de mesa que se juega sin mesa; por eso se puede practicar en todas partes, también en la playa. A las personas más pacientes les convendrá el juego “cinco piedras”, un entretenimiento antiguo que activa la coordinación y motricidad de las manos. A los amigos que prefieren comida exótica, se les puede traer desde Israel hummus, una crema de puré de garbanzos, café con cardamomo, dátiles y olivas israelitas. En cuanto a los vinos ásperos, debido a las restricciones relativas al transporte de líquidos en avión, los podéis degustar sólo in situ. Sobre todo, se recomienda el rimon, el vino de granada, y también el de arándanos. Panel 19 – Audio 19 Dado que el barrio Cristiano se originó y se extendió alrededor de la Iglesia del Santo Sepulcro, la mayoría de los artículos que se ofrecen en las tiendas de aquí son de carácter espiritual. Algunos de los puestos se especializan sólo en este tipo de producto. Podemos encontrar aquí una reproducción del icono único, una cruz para llevar sobre el cuerpo o velas de una forma inusual, lo que difícilmente se puede encontrar en vuestro país. Las tiendas locales tienen un gran surtido de aromas orientales que en muchos países siguen siendo raros. No os sorprendáis si el vendedor os habla en vuestro idioma- ruso, griego, inglés o en uno de los otros. Jerusalén es una ciudad de muchos idiomas y si el conocimiento de uno de ellos permite aumentar ventas, no hay razón para no aprenderlo. O, al menos, recordar una decena de palabras y frases que ayudan a tu comercio. Puesto que Jerusalén no solamente es la cuna de la civilización occidental, sino también una ciudad oriental, el regateo se considera una de las buenas maneras en su mercado: ¡es una costumbre! Por lo tanto, una vez sepáis el precio del producto que os interesa, ofreced el suyo, unos 30-40% menos. Como es habitual, el vendedor se conformará con tres cuartos del precio anunciado. Panorama 20 – Audio 20 Al abandonar la plaza, nos hemos encontrado en Muristán, que no es una simple calle, sino una amplia zona en el barrio Cristiano, ubicada entre la Iglesia del Santo Sepulcro, la iglesia griega de San Juan el Bautista y la iglesia luterana a la que nos dirigimos. Muristán es una palabra persa alterada que significa “hospital”. La inscripción del letrero dice que aquí se encontraba el hospital de la Orden de los Caballeros Hospitalarios para peregrinos y todos los que necesitaban ayuda independientemente de su religión. En el edificio que tenía capacidad para dos mil personas se ofrecía la asistencia médica y comida gratuita a cada uno que la solicitaba. Las premisas residenciales y hospitalarias de los Hermanos Hospitalarios comprendían un amplio territorio de 17 mil metros cuadrados. Una vez caído el reino de Jerusalén, Saladino permitió que los Hermanos Hospitalarios se quedaran aquí y cuidaran a los cristianos enfermos. Un siglo después en este edificio se ubicará un manicomio. Y a mediados del siglo XV, un terremoto destruirá el edificio del hospital, será reconstruido y abrirá sus puertas a los turistas sólo en 2013. A finales del siglo XIX, el sultán Abdulaziz regaló la parte occidental de Muristán a los griegos ortodoxos, y la oriental, a Federico Guillermo, el príncipe heredero de Prusia. Fue entonces cuando los alemanes construyeron aquí una majestuosa iglesia luterana a la que nos dirigimos. Panorama 21 – Audio 21 Estamos delante de una parada de la calle Muristán, que se traduce del farsi como “hospital”. Este lugar lo comentaremos un poco más tarde, pero de momento sólo mencionaremos que a finales del siglo XIX este territorio fue cedido al patriarcado griego ortodoxo de Jerusalén que se puso a acomodarlo con mucho ímpetu. Primero, se reconstruyó la iglesia bizantina de San Juan el Bautista que había sido destruida más de una vez y se fundó el monasterio del mismo nombre. Segundo, en 1903 en el territorio de Muristán surgió el mercado griego Avtimos que linda con el mercado árabe y debe su nombre al archimandrita griego quién hizo una gran aportación en el desarrollo del comercio. Un pequeño territorio, llamado Muristán, comprende un sinfín de calles llenas de tiendas y paradas que parten del centro donde hay una plaza con la fuente de caras humanas esculpidas, una cosa bastante rara para Jerusalén. La fuente sirve de decoración para muchos festivales musicales que a menudo tiene lugar aquí. En numerosas paradas y cafeterías del alrededor se puede encontrar una cosa singular y comprarla para tener recuerdo de Jerusalén, o también tomar algún tentempié o un buen café en la terraza al aire libre. Panel 022 – Audio 22 Es curioso que ciertos objetos de carácter religioso se pueda encontrar sólo aquí, en la Tierra Santa. Por ejemplo, la sal bendecida. ¿Recordáis la expresión del Evangelio “Ustedes son la sal de la tierra”? Aquí la entienden de manera literal y bendicen esta substancia tan común en un gran lugar santo, en la Piedra de la Unción. Qué pensar sobre esto, Ustedes deciden, pero los resultados de algunas investigaciones confirman que la estructura de la sal absorbe o “recuerda” las propiedades del lugar donde había estado algún tiempo. Y es más, si había estado bendecida. Un regalo perfecto para un amigo creyente puede ser aceite de la unción santa, el aceite de oliva de la zona con aromas que se bendice en la Iglesia siguiendo la tradición de cierta jerarquía. Por cierto, si le preguntan al vendedor de mercado si los productos que vende en su tienda han sido bendecidos, lo más probable es que les diga que sí. Ustedes pueden creerlo o dudarlo. Pero si quieren estar seguros de tener para sus recuerdos una cruz, icono, vela o incienso bendecidos, mejor que pongan un pedido en la sección “Objetos santos a domicilio” que gracias al proyecto “Vela de Jerusalén” está disponible en cualquier lugar del mundo. Panorama 009 – Audio 09.cor Por fin, hemos salido del laberinto de las filas del mercado y nos encontramos en la plaza delante de la Iglesia del Santo Sepulcro. Pueden hacer click en el botón ubicado en su puerta y empezar ahora la visita “Iglesia del Santo Sepulcro”. También lo pueden hacer más tarde y de momento seguir acompañándonos por los alrededores. Pues, la Iglesia del Santo Sepulcro reúne los lugares donde el Salvador fue crucificado, colocado en la tumba y resucitado a los tres días, todos estos acontecimientos juntos componen la apoteosis de la narración evangélica. A lo largo de la historia, este majestuoso edificio fue destruido tres veces, una vez lo devoró un incendió, pero cada vez se reconstruía de nuevo. De las dos puertas de la fachada, sólo una es funcional: la segunda la tapiaron todavía en la época musulmana. A la derecha de la entrada está la tumba de Philippe d'Aubigné, el caballero que en el siglo XIII acompañaba al emperador Federico II a la Tierra Santa. La columna del Fuego Santo partida por el rayo en la antigüedad guarda recuerdos sobre el día cuando la administración turca no permitían que los sacerdotes ortodoxos celebraran misas el Sábado Santo. Justo en el apogeo de la disputa, el rayo cayó del cielo, partió la columna y encendió en ella el Fuego Santo. Hoy en día, las misas se celebran por los clérigos de seis confesiones cristianas siguiendo un orden complicado, pero el derecho de rezar en el Edículo el Sábado Santo y recibir el Fuego Santo lo tiene únicamente el patriarca ortodoxo. Otro artefacto de la Iglesia que se ve bien desde fuera es la Escalera inamovible. Es un testimonio de cómo durante muchos siglos se respetan aquí las tradiciones y acuerdos según los cuales hasta las mínimas modificaciones en la Iglesia del Santo Sepulcro pueden ser llevadas a cabo únicamente por acuerdo de todas las comunidades religiosas presentes aquí. Mientras tanto, daremos la vuelta alrededor del templo y desde el lugar donde los peregrinos abandonan la basílica avanzaremos, por la calle Muristan, para ver otro edificio con una interesante historia. Panorama 23 – Audio 23 Paseando por Muristán y visitando otras calles y plazas de la Ciudad Vieja, viendo a cada paso monumentos arquitectónicos que tienen su origen en la remota antigüedad, te pones a reflexionar, sin querer, sobre el misterio de la Tierra Santa. Muchas veces, desde los tiempos remotos y hasta nuestros días, estos lugares se sometían a guerras y devastaciones – y cada vez volvían a reconstruirse, se hacían más bonitos y más poblados que antes. Es probable que una leyenda de aquí nos ayude a entenderlo. En el desierto, lejos de las vías de comerciantes, apareció un manantial. Sus aguas compactaron la arena, el viento trajo allí un granito de tierra en la que creció hierba, los pájaros vinieron a beber agua y trajeron en su plumaje semillas de arbustos y árboles. Con el paso del tiempo, alrededor del manantial floreció un oasis con palmeras que daban sombra, y durante muchos siglos las caravanas de comerciantes hacían aquí una parada para llenar sus depósitos con agua y recobrar fuerzas. Las palmeras protegían el manantial de las tormentas de arena y sus raíces se alimentaban de sus aguas. Los dátiles que crecían en abundancia en las palmeras servían de comida a los viajeros que explicaban por todo el mundo la historia del oasis bendito en medio del desierto. Pero una vez, al oasis en vez de comerciantes vinieron enemigos. Sus guerreros se exterminaban unos a otros, pisaron hierba y quemaron palmeras, y el manantial, lo taparon con piedras. Muy pronto, no se quedó ni una pista del oasis. Y las vías de comerciantes se desviaron por otros caminos. … Y luego, lejos de las vías de comerciantes, en el desierto apareció un manantial. Panorama 024 – Audio 24 En el barrio Cristiano de Jerusalén están ubicados los centros religiosos y administrativos, así como los templos históricos de muchas comunidades cristianas – ortodoxa, católica y otras, incluida la de los protestantes. Los luteranos evangélicos también están presentes aquí. A esta comunidad le pertenece la iglesia del Redentor de estilo neorrománico, se ve bien su campanario. Esta iglesia protestante fue construida a finales del siglo XIX y bendecida el Día de Reformación en presencia del emperador germánico Wilhelm II, durante aquella visita del Káiser a Jerusalén en 1898 la que ya habíamos mencionado. De fundamento para esta iglesia sirvió la capilla de San Juan construida por los cruzados. La entrada inoperante en la parte septentrional del templo conserva los vestigios de la construcción medieval, entre los que se destacan las imágenes de los signos del Zodíaco. La parte medieval del edificio que en la época de las Cruzadas se llamaba la iglesia de Santa María Latina ahora alberga la capilla de San Juan. En los años 70 del siglo XX la Iglesia del Redentor sufrió una reconstrucción integral y le fueron añadidos mosaicos tanto por fuera como por dentro. Panorama 025 – Audio 25 El edificio de la iglesia luterana del Redentor que acabamos de observar desde fuera, es muy pintoresco también por dentro. Su acogedor patio está rodeado por galerías, dentro de la iglesia hay un órgano – aquí tienen lugar conciertos de música espiritual. En cuanto a las misas, se celebran tanto en alemán como en árabe. El edificio pertenece a la Fundación evangélica de Jerusalén que tiene su sede en Hannover y también posee en la Tierra Santa la Iglesia de Resurrección en el Monte de los Olivos, la que visitaremos sin falta durante una de nuestras visitas virtuales. Si superamos todos los 178 peldaños de la iglesia luterana del Redentor, podremos disfrutar del panorama inolvidable de todos los cuatro los barrios de Jerusalén – cristiano, musulmán, armenio y judío – a vista de pájaro. Pero continuemos nuestro camino por la calle Muristán para conocer su historia y observar con atención sus puntos de interés.

Tour virtual "Camino al Templo"

Fecha de creación

12.10.2016

Recorrer descripción

Entraremos en la Ciudad Vieja por la Puerta de Jaffa y por el mercado árabe iremos a la Iglesia del Santo Sepulcro.

Acerca del recorrido virtual

Audio 01

JERUSALÉN: DE LA PUERTA DE JAFFA A LA IGLESIA DEL SANTO SEPULCRO
Excursión por el barrio Cristiano de la Ciudad Vieja

Os invitamos a acompañarnos en la visita virtual de Jerusalén, la cuna de la civilización cristiana. A pesar de ser relativamente pequeña, es imposible conocer la Ciudad Vieja en una sola visita debido a la gran cantidad de lugares históricos y sagrados que alberga. Por eso hoy entraremos en el antiguo Jerusalén por la puerta de Jaffa, descubriremos lo que hay detrás de ella, luego atravesaremos el mercado árabe y nos encontraremos delante del mayor santuario del mundo, la Iglesia del Santo Sepulcro. Finalmente, para acabar la visita, conoceremos los alrededores del templo. Pues, ¡vamos!

Panorama 002 – Audio 02

Muy a menudo, a las ciudades famosas del mundo les ponen los nombres alegóricos que se entienden fácilmente al traducirlos a otros idiomas. Por ejemplo, Roma, la ciudad eterna. París, la ciudad de los enamorados. Y si oís hablar de la ciudad sagrada, se entiende enseguida que se trata de Jerusalén. La historia de esta sorprendente ciudad hecha de piedra caliza blanca y rosa, tiene sus orígenes en la remota antigüedad.
Los antiguos egipcios la conocían como Rushalayim, los habitantes de Babilonia, como Urusalem. Sea como sea, su nombre se traduce como “ciudad de paz” o “casa de la paz”. En el siglo XI a.C., el rey David de Israel y de Judá la convirtió en su capital, y su hijo, Salomón, construyó aquí el primer Templo. Esta ciudad guarda recuerdos de la crucifixión y la resurrección de Jesucristo, la revuelta de los judíos contra el poder romano, el esplendor bizantino, las oraciones de los cruzados, la crueldad de los árabes musulmanes y la ira otomana. En 1949, Jerusalén se convierte en la capital de Israel; en 1981, su Ciudad Vieja se declara parte del Patrimonio de la Humanidad. Jerusalén es una ciudad sagrada para tres de las religiones más importantes del mundo: judaísmo, cristianismo e islam, los lugares santos de las cuales se encuentran dentro de sus contornos. El Muro de las Lamentaciones, la Mezquita de Al-Aqsa con la Cúpula de la Roca, y, por supuesto, la Iglesia del Santo Sepulcro hacia donde nos dirigimos.
Sin embargo, lo que Jerusalén encierra en sí no es sólo historia, sino también una atractiva y sorprendente contemporaneidad. En 2005, la ciudad entró en los cinco primeros centros tecnológicos del mayor desarrollo del planeta. Muchas de sus edificaciones, como, por ejemplo, el puente atirantado “el arpa del rey David”, son unas auténticas obras maestras arquitectónicas conocidas en todo el mundo.
Nuestro camino de hoy nos lleva a la Ciudad Vieja que alberga varios barrios históricos: cristiano, musulmán, armenio y judío. Entraremos dentro a través de la puerta de Jaffa construida, igual que la muralla actual, por el soberano turco Solimán el Magnífico.

Panorama 001 – ¿¿

La puerta de Jaffa es una de las puertas históricas de la Ciudad Antigua de Jerusalén. Igual que las murallas de la ciudad, fue construida en el siglo XVI por el sultán turco Solimán I, que se quedó en la historia como el Grande o el Magnífico. La altura de la muralla que construyó alcanza unos 12 m con el grosor de unos 5 m. En total, la extensión de las murallas de la Ciudad Vieja es de más de 4500 km. La puerta de Jaffa es el punto de partida de un gran número de itinerarios turísticos. Esta puerta se encuentra en el cruce del camino oeste que lleva al puerto mediterráneo de Jaffa que hoy en día forma parte de Tel Aviv, y el camino sur que lleva a Belén y Hebrón.
En la Edad Media, la atravesaban las recuas que llevaban productos traídos por mar. A través de esta puerta también entraban los peregrinos cristianos para los que el viaje hacia la Tierra Santa fue una gran hazaña espiritual. En memoria del peregrinaje realizado, muchos de ellos llevaban la cruz de Jerusalén por encima de la ropa durante el resto de su vida y de este modo se beneficiaban del respeto de sus correligionarios.
Actualmente, la puerta de Jaffa es uno de los lugares más concurridos de la ciudad. Al atravesarla, se puede acceder a una pintoresca plaza y luego, a la calle principal Jaffo y visitar los barrios Cristiano y Armenio. Pero primero habrá que pasar por la puerta.

Panorama 004 – Audio 04

La puerta de Jaffa de Jerusalén es la única que da al Oeste. Se levantó sobre la muralla más antigua y cumplió con todos los cánones de construcción de las obras de fortificación del siglo XVI. La altura de paso de la puerta es de unos 6 metros. Sus inventores confiaban que su forma de L tenía que impedir que el enemigo entrase fácilmente en la ciudad. Es curioso que desde su construcción en la época de Solimán el Magnífico y hasta ahora la puerta no haya cumplido con su objetivo principal: el de la defensa. En 1917, el general británico Allenby entró sin dificultad a través de esta puerta para aceptar la capitulación de los turcos. Este acontecimiento puso inicio a la época del mandato británico en la historia de la Tierra Santa.
La puerta de Jaffa está construida de bloques de piedra de gran tamaño. A pesar de que durante los dos últimos siglos la puerta sufrió numerosas modificaciones tanto por dentro como por fuera propios de uno u otro estilo arquitectónico, hoy en día la puerta ha recuperado su forma original.

Panorama 005 – Audio 05, Audio 15

Justo detrás de la puerta de Jaffa se encuentra la plaza que conduce al barrio Armenio, o al barrio Cristiano a través del cual nos dirigimos hacia la Iglesia del Santo Sepulcro dejando atrás el mercadillo.
Pero antes de continuar nuestro camino, vamos a ver qué hay aquí, en esta plaza. A la salida de la puerta, hay una inscripción histórica en árabe que glorifica a Alá y al sultán Solimán, el edificador de la muralla.
Al lado de la puerta, detrás de la reja hay dos tumbas. Según dicen, aquí están enterrados los arquitectos ejecutados por orden del sultán por no haber incluido los elementos indicados por Solimán en el proyecto de la muralla. Otra versión más mundana dice que se trata de las tumbas de hacendados que vivieron en la época otomana y que invirtieron generosamente en la construcción de las fortificaciones y acondicionamiento de Jerusalén.
Pero el origen de la brecha en la muralla cerca de la puerta de Jaffa se conoce con total seguridad. La abrieron en 1898 para que la carroza del emperador germánico Wilhelm el Segundo y su corte pudiera entrar en la ciudad: los turcos daban mucha importancia a la recepción de su aliado alemán. Es curioso que finalmente el Káiser entró en Jerusalén por otra puerta, pero el agujero hecho en la muralla existe hasta ahora.

Panorama 006 – Audio 06

A pesar de que la Ciudad Vieja ocupa muy poco territorio, poco más de un metro cuadrado, la concentración de los lugares históricos y sagrados aquí es mayor que en toda la Tierra Santa. O, quizás, que en todo el mundo. La Ciudad Vieja la destruyeron dieciséis veces y la reconstruyeron, diecisiete. Por eso en su aspecto se entrelazan varios estilos arquitectónicos de diferentes épocas y pueblos que dejaron su huella en la historia de la Tierra Santa.
Durante su larga historia, la Ciudad Sagrada llevaba más de setenta nombres. Uno de ellos, “Salem” que en hebreo significa “perfecto”, “completo”, es el que mejor transmite el significado de Jerusalén para la civilización mundial.
David, el cantante de salmos, y el rey Salomón, Jesús Cristo y la virgen María, el profeta Mahoma – detrás de estos nombres hay tradiciones seguidas por unos cuantos miles de millones de personas en todo el mundo. Todas estas tradiciones se han entrelazado caprichosamente en cuatro barrios de la Ciudad Vieja.
El más grande de ellos, el Musulmán, no sólo tiene las reliquias más importantes del islam: por su territorio también pasa la Vía Dolorosa o Via Crucis. En el más visitado barrio Judío se encuentra no sólo el Muro de las Lamentaciones que reúne a los judíos de todo el mundo, sino también Cardo, parte de la calle de la época romana que guarda huellas de los cruzados. En el barrio Armenio, que no sólo es centro de esta comunidad en el país con su Catedral de Santiago, vive y trabaja mucha gente que se dedica al arte y artesanía. Nuestro camino hacia la Iglesia del Santo Sepulcro pasa por el barrio Cristiano, pero antes de continuar, nos desviaremos un poco de nuestro itinerario y echaremos un vistazo a los alrededores.

Panorama 007 – Audio 07

No muy lejos de nuestro camino tenemos la ciudadela que actualmente alberga la Torre de David, el museo de la Historia de Jerusalén. Precisamente a David, el rey, profeta y autor de los salmos más vibrantes, Jerusalén le debe su condición de capital, primero de Judea, y luego de todo Israel. Según la leyenda que se concuerda con los datos históricos fehacientes, en este lugar se encontraba la residencia del antiguo rey. En el siglo II a.C., aquí mismo, dentro de la muralla se erguía la torre que tenía que paliar uno de los puntos débiles de la defensa de la ciudad. En los tiempos evangélicos, Herodes I el Grande emprendió la reconstrucción integral de la edificación y agregó tres torres: en memoria de su hermano, amigo y su querida esposa. Estas torres fueron destruidas por los romanos que conquistaron Jerusalén, sólo se conservó la parte inferior de una de ellas. Aquella, donde ahora está el museo.
También los cruzados reconocieron la ubicación majestuosa de la ciudadela: pusieron aquí la residencia de los monarcas del reino de Jerusalén de los siglos XI-XII. Los Cruzados aumentaron significativamente la altura de la torre y la rodearon con el foso lleno de agua. Desde lo alto de la ciudadela, los guardias observaban el camino de Jaffa con miles de peregrinos que se dirigían a la ciudad, cuando los jinetes patrullaban el camino que conducía hacia el mar.
Cuando la capital del reino de Jerusalén cayó en 1187, tras recibir la capitulación de la ciudad, el sultán Saladino ordenó alzar su bandera sobre la Torre de David. Entonces, los cristianos capaces de pagar su rescate o rescatados por la Iglesia, abandonaban la ciudad por la puerta de Jaffa dejando de lado la Torre. Sus correligionarios que tenían menos suerte, se convirtieron en esclavos de los musulmanes.
A lo largo de su existencia, la ciudadela se veía destruida numerosas veces por sus conquistadores y volvía a reconstruirse de nuevo. Las edificaciones contemporáneas datan de los siglos XIV-XVI, pero nadie será capaz de definir con seguridad la edad de las piedras que están por debajo de ellas.
Hoy en día, una parte del edificio de la Ciudadela y su patio están destinados al Museo de la Historia de Jerusalén que merece una visita durante un día especialmente reservado para este fin. Es más, la Torre de David es uno de los lugares preferidos de los habitantes de Jerusalén para disfrutar de los paseos. Aquí se organizan fiestas, espectáculos, conciertos y shows.

Panorama 008 – Audio 08

Dejando la entrada a la Ciudadela a nuestras espaldas, a la izquierda podemos ver una calle estrechita que se esconde en el pasaje entre edificios. Es la calle David que alberga el mercado árabe.
Antes de adentrarnos en las filas de sus paradas, comentaremos un poco el barrio Cristiano de la Ciudad Vieja por el que pasa nuestro camino hacia la Iglesia del Santo Sepulcro, el corazón de este barrio.
De casas, aquí hay pocas. Debido al gran número de peregrinos y turistas, la mayoría aquí son hoteles, cafés y restaurantes. Y, por supuesto, un sinfín de tiendas y paradas que comentaremos más adelante.
Aquí se encuentra también el Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Griega con la residencia del Patriarca, el Patriarcado Latino y el monasterio franciscano de San Salvador, en total, hay más de cuarenta lugares sagrados cristianos.
En el siglo XIX, durante el imperio otomano en la Tierra Santa, los países cristianos aumentaban su presencia en Jerusalén comprando terrenos, estableciendo sus misiones, abriendo monasterios y otros establecimientos de carácter espiritual y mundano. Entre los países que se arraigaron aquí se destacan Alemania, Francia, Austria y Rusia. A petición de estos estados, en 1898 en la muralla de la ciudad las autoridades turcas abrieron una puerta más, la Nueva, para facilitar la movilidad de los peregrinos. A principios del siglo XX, gracias al descubrimiento del Canal de Suez, el flujo de viajeros a la Tierra Santa crece significativamente y al mismo tiempo aumenta el número de habitantes del barrio Cristiano de Jerusalén.

Panorama 3 - ¿?

Para una persona que en mercado se siente como el pez en el agua y disfruta de ir observando, preguntando y negociando, el paseo por el mercado árabe de la Ciudad Vieja no le parecerá nada largo, ¡todo lo contrario!
Es curioso que en este concurrido mercado colorido, si hay suerte, se pueda oír al mismo tiempo el toque de campanas del templo cristiano, el prolongado adhan desde el minarete de la mezquita, y en el mes judío de Elul también el sonido de Shofar, el antiguo instrumento de viento que anteriormente era usado para dar señales y ahora suena con tonalidades religiosas y que tiene su origen en la remota antigüedad.
Las filas del mercado árabe son estrechas, pero muy cómodas: a veces basta con desplegar las manos para tocar los artículos de uno y otro lado de la fila. Pero medir el ancho de las filas de este modo se puede sólo si hay poca gente: en los concurridos días de mercado mejor no hacerlo.
Algunas calles y callejones del mercado árabe son rectos, pero la mayoría son empinados, en algunos puntos sus peldaños se cruzan con unas pequeñas rampas que se usan para carros con los que se trae y se lleva mercancía, así como para las máquinas diminutas que limpian las calles y plazas de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Panel 10 – Audio 10

Lo más probable es que el dicho popular “el camino hacia el Templo pasa por el mercado”, la certeza del cual nos pueden demostrar muchas ciudades del mundo, sea originario de aquí, de la Ciudad Vieja de Jerusalén, y con mayor seguridad, lo inventaron los peregrinos que entraban en la ciudad a través de la Puerta de Jaffa, igual que nosotros. Cabe mencionar que la Ciudad Vieja empezó a atraer a la gente que buscaba sabiduría mucho antes de la aparición del cristianismo. ¿Cuándo empezó todo?, tampoco se podría asegurar. Pero aún Alejandro Magno, el rey de Macedonia, que dio inicio a la moderna civilización occidental, estaba buscando aquí, en Jerusalén, respuestas a las preguntas que le atormentaban y se dirigía a los sabios que pasaban muchos años rezando en el Segundo Templo de Jerusalén. A pesar de que los jerosolimitanos eran aliados de su adversario, el rey persa Darío, a Alejandro le provocaban un gran interés mezclado con respeto, y siendo adicto a la filosofía, como todo griego, pasaba muchas horas conversando con los ancianos de aquí. El contenido de sus charlas se ha conservado en forma de apólogos.
“¿Quién es sabio en todo el mundo?” – preguntó Alejandro a los ancianos.
“Sabio es aquel que sabe hacer bien las preguntas y aprender de cada cual que encuentra en su camino” – respondieron los ancianos.
“¿Quién es fuerte en todo el mundo?” – preguntó Alejandro.
“fuerte es aquel que puede superar sus propias debilidades” – respondieron los ancianos.
“Entonces, ¿quién es héroe en todo el mundo?” – preguntó Alejandro.
“Héroe es aquel que puede hacer que el que le odia le quiera”.
“¿A quién se le respeta en todo el mundo?” – preguntó el rey.
“Se le respeta a aquel que se respeta a si mismo” – dieron su respuesta los ancianos.
“Y, ¿quién es rico en todo mundo?” – continuó Alejandro.
“Rico es aquel que sabe estar contento con lo que tiene” – le respondieron al soberano.
“Y, ¿quién es feliz en todo el mundo?” – fue la última pregunta del rey.
“Es feliz el marido que ha encontrado una mujer guapa y bella en su comportamiento” – oyó en respuesta.
La leyenda dice que Alejandro se impresionó tanto con la concisa sabiduría de los ancianos de Jerusalén que subió junto con ellos a la montaña y estaba rezando a Dios que les inspiraba en aquella parte de la Iglesia que los extranjeros podían visitar.

Panel 11 – Audio 11

Tras atravesar el mercado, al final del camino nos encontraremos delante de la Iglesia del Santo Sepulcro, el objetivo de nuestro viaje. Pero antes de entrar dentro, vamos a dar un paseo por el mercado árabe, visitando sus tiendas y paradas que ofrecen productos de todas clases. En primer lugar, vemos souvenirs, pero también iconos, cruces y otras reliquias cristianas que explicaremos más tarde con más detalle.
A primera vista, el mercado es un atributo de cualquier ciudad, tanto en la antigüedad como en la actualidad. Pero, para entender su significado aquí, hay que recordar que mil años antes de Cristo Jerusalén no sólo era centro entre los vastos y prósperos campos, sino también el centro de comercio internacional, hablando con el lenguaje de hoy.
Ubicada entre los populosos Egipto y Asia, la ciudad vendía, compraba e intermediaba en las operaciones relacionadas con los más importantes medios de transporte de la Edad Antigua: barcos, caballos y carrozas. Los egipcios necesitaban caballos, y los habitantes de los países asiáticos, las elegantes carrozas hechas por los egipcios. Al lado, en la playa, los fenicios, los mejores navieros de su tiempo, construían sus seguros barcos. Una parte de estos barcos se vendía y el resto se utilizaba en la flota mercante creada por orden del rey Salomón. ¡Poca cosa quedaba de lo que no traían estos barcos! De Arabia, la India, África y los países misteriosos como Punto y Ofir traían oro, plata, ébano, caoba, pieles de tigre, textiles, fragancias, especias y animales exóticos. Jerusalén se hacía cada vez más rica.
“El rey hizo la plata tan común en Jerusalén como las piedras, e hizo los cedros como los sicómoros que se dan en abundancia en los valles” – así se describía la época del rey Salomón en el Libro Tercero de los Reyes. Lo más probable que sea una exageración, pero la vida de los habitantes de Jerusalén de aquel entonces en cierto sentido fue la época de oro.

Panel 12 – Audio 12

La ciudad-mercado, el Antiguo Jerusalén no sólo importaba, sino también exportaba los productos necesarios. Además de la mercancía agrícola que ya hemos mencionado – cereales, aceite, fruta y vino – los principales productos de exportación eran cobre, que había aquí en abundancia, y la piedra de construcción que se encontraba sólo en aquella zona a la que hasta hoy en día la llaman “la piedra de Jerusalén”. Las excavaciones en la Ciudad Vieja y los objetos encontrados nos permiten tener una idea de lo que estaban comprando los habitantes de Jerusalén en los tiempos remotos. Tazas para cosmética hechas de escayola u otros materiales, frascos para fragancias, espejos, tenacillas y horquillas para el cabello, todo esto se vendía aquí, en este mercado, igual que ahora. Las mujeres del Antiguo Jerusalén usaban agua de colonia, coloretes, cremas, mirra, henna, aceites balsámicos, polvos de la corteza de cipreses, tintes rojos para las uñas y azules, para los párpados. No importa que hoy en día tengamos mucha más elección de cosmética y perfumería, los hallazgos arqueológicos demuestran que el Antiguo Jerusalén era una ciudad próspera, con gran concentración de los objetos de lujo para aquel entonces.
Al mismo tiempo, la vida cotidiana de los habitantes de Jerusalén era bastante ascética. Casi no tenían muebles en sus domicilios, hasta la gente acomodada utilizaba esteras para sentarse y dormir. Su alimentación se basaba en trigo, cereales, lentejas, alubias, cebolla, ajo, legumbres, fruta, leche de vaca u oveja, y miel. Comían carne para las fiestas, el vino lo bebían de manera muy moderada. No estaba nada mal para la Edad Antigua, es claro que la variedad de comida y bebida de hoy les hubiera parecido a los antiguos jerosolimitanos una cosa increíble.

Panel 13 – Audio 13

Hemos dado una vuelta por el mercado árabe, por el cual pasa nuestro camino hacia la Iglesia, y hemos regresado a la calle David desde donde empezamos nuestro itinerario. Aquí, entre los barrios Cristiano y Musulmán, tal y como debe ser, en el cruce de caminos hacia los más importantes lugares de interés y reliquias de la Ciudad Vieja de Jerusalén, podemos encontrar a los judíos que se apresuran al Muro de las Lamentaciones, los musulmanes que se dirigen a las mezquitas del Monte del Templo, pero los cristianos que van, igual que nosotros, a la Iglesia del Santo Sepulcro, sin duda alguna, los superan a todos en número. Es por eso que las tiendas tienen un sinfín de iconos, grandes y pequeños, las imágenes pintorescas hechas en diferentes técnicas y materiales, pero casi siempre hacen referencia a la Tierra Santa.
Algunos iconos que se ofrecen en las tiendas del mercado árabe son de gran valor artístico, están hechos de materiales preciosos y, como es habitual, se acompañan con un certificado que facilita los trámites de exportación.
Aquí finalizamos nuestra excursión. Antes de despedirnos, me gustaría citar las palabras del rey David, el profeta y cantante de salmos: ““Si yo te olvido, oh Jerusalén, olvídese de sí mi diestra”. Tenía toda la razón, es imposible olvidarse de esta ciudad una vez la había visitado.

Panel 14 – Audio 14

El mercado árabe por el que avanzamos es un auténtico mercado oriental, bullicioso y variado, que atrae con sus vivos colores. Aquí hay de todo: especias, fragancias, bisutería, souvenirs, pañuelos de seda de fabricación local, la ropa de China, los dulces orientales que hacen la boca agua y la chillona cerámica armenia. El hospitalario mercado árabe de muchas voces, con su servicio quizás un poco impertinente nos explicará cosas, hará preguntas e invitará a una taza de un buen café. Por muy vertiginoso que sea el avance de la civilización, el mercado de aquí sigue siendo igual que hace dos mil años cuando los pies del Hijo Humano, Jesucristo, tocaban las piedras de Jerusalén.
La vida de la Virgen María también tiene mucha relación con la Ciudad Vieja. A pesar de que es originaria de Nazaret, sus padres, Joaquín y Ana, tenían una casa en Jerusalén en la que nació María. A los tres años, sus padres la enviaron a vivir al Templo de Jerusalén donde permaneció hasta la adolescencia acortando tiempo entre oraciones y costura.
Sus primeros años de vida la Virgen María los pasó en la casa de los padres. Al mismo inicio de la calle Via Dolorosa, a la Puerta de León, en la entrada de una finca hay una pequeña iglesia griega de la Natividad de Nuestra Señora. Debajo de ella hay dos cuevas, una de las cuales tiene marcado con una cruz de mosaico el lugar de nacimiento de la Virgen. Un hueco en la pared en forma de estante donde estaba la cuna de Nuestra Señora siempre está lleno de flores frescas que traen los visitantes. En la otra parte del territorio que pertenecía a Joaquín y Ana está la majestuosa iglesia de Santa Ana construida en la época de las Cruzadas. A todos los que entran allí, los recibe una emocionante escultura de la madre e hija conversando, Ana y la Virgen María.
Un día visitaremos sin falta estos lugares en una de nuestras visitas virtuales, pero ahora continuaremos nuestro camino por el mercado árabe.

Panel 15 - ¿?

El mercado árabe está abierto cada día, excepto los viernes, desde la madrugada hasta el oscurecer. Entre sus ruidosas filas se distinguen fácilmente los turistas que no paran de darle vueltas a la cabeza sin decidirse con la compra de los pausados habitantes locales que saben perfectamente qué necesitan y dónde lo pueden comprar. Aquí el aire está impregnado de aromas de las especias orientales, el gran surtido de las cuales se ofrecen en grandes puestos. Souvenirs, joyas, ropa para cualquier gusto, entre la que se destacan enseguida los pañuelos chillones y anchos pantalones orientales. Justo sobre el suelo, a los pies de transeúntes, están las alfombras persas: sus vendedores demuestran de tal modo la calidad de estos productos, resistentes al polvo y que conversan sus vivos colores.
Está claro que el mercado árabe que atraviesa el territorio del barrio Cristiano no es el único en Jerusalén. Una vez a la semana, los jueves, en la calle Kikar Hatulot abre un pequeño mercado que ofrece un sinfín de artículos vintage en sus puestos móviles. Los gourmets y amantes de los productos exóticos tienen un mercado al cielo abierto, Mahane Yeguda, en la calle Jaffo que con razón se considera el mejor mercado alimentario de Jerusalén. Pero vamos a volver al mercado árabe y continuar nuestro camino rumbo a la Iglesia del Santo Sepulcro y los lugares históricos ubicados en sus alrededores.

Panel 16 – Audio 16

Si por el camino hemos decidido explorar lo que ofrecen las tiendas y puestos de la ciudad, comentaremos un poco los artículos cerámicos de colores vivos que con mucho gusto compran en Jerusalén los turistas de todo el mundo. Algunos artículos están hechos en estilo persa, los podemos encontrar en los mercados de Irán y otros países árabes.
Pero la que prevalece aquí es la cerámica armenia que encierra en sí todos los secretos que los padres transmitían a sus hijos a lo largo de más de quinientos años. Vajilla, azulejos, jarrones con característicos ornamentos y simbólica están hechos en su mayoría por los artesanos del barrio Armenio de Jerusalén, y sólo una parte se fabrica en los talleres de cerámica de Hebrón y Samaria. Sea como sea, todos estos artículos pertenecen a la escuela de la cerámica armenia de Jerusalén, objeto de trabajos científicos y exposiciones en los más importantes museos del país, y que desde hace tiempo y con razón se considera local.
A pesar de que los armenios vivían en Jerusalén desde hace tiempo, el auténtico renacimiento de la cerámica nacional tuvo lugar después de los notorios acontecimientos de 1915 en Turquía cuando muchos artesanos armenios se vieron obligados a parar en la Tierra Santa. En 1919, en la época del mandato británico, las autoridades le invitaron a David Oganesian a tomar parte en la restauración de la Mezquita de Omar. Otros dos especialistas que le acompañaron, el alfarero Nshan Balian y el pintor Mkrtich Karakashian se hicieron fundadores de las únicas escuelas de arte de cerámica armenia cada una de las cuales ya tiene muchos seguidores en el Israel contemporáneo.
Por supuesto, la cerámica presente en el mercado árabe de Jerusalén en su mayoría se produce en serie. No obstante, sigue llevando aquellos rasgos característicos por los que la vajilla, azulejos y otros artículos armenios se reconocen enseguida en otros países del mundo.

Panel 17 – Audio 17

“Mercado oriental internacional” son letreros en inglés y árabe que se ven a cada paso en el mercado árabe. Tal y como hemos podido comprobar, eso es cierto, pero más vale que de nuestro viaje a Jerusalén llevemos de regalo a nuestros familiares (o de recuerdo para nosotros mismos) un souvenir típico de la Tierra Santa. La oferta de tales artículos en el mercado es enorme, por eso, llamaremos vuestra atención sólo a unas cuantas cosas interesantes y poco comunes que evocarán recuerdos sobre Israel por mucho tiempo que pase desde vuestra visita.
Las mujeres apreciarán , sin duda, los productos cosméticos a base de minerales y sales únicas extraídas del Mar Muerto: su efecto para la piel y el cabello a veces se considera milagroso. Peelings, scrabs, cremas, champús, jabones, acondicionadores y mucho más, para no perderse entre toda esta variedad, es mejor comprar un pack que muy a menudo incluye varios o una docena de productos cosméticos.
Las joyas, sobre todo a base de plata, es un orgullo reconocido de los joyeros israelitas. El estilo de fabricación local es muy fino y único lo que impresiona a muchos extranjeros. Por cierto, las joyas de brillantes y otras piedras semipreciosas aquí, en Jerusalén, son más baratas que en otros países europeos.

Panel 18 – Audio 18

También se puede elegir aquí bisutería, souvenirs, otros artículos para amigos y compañeros de trabajo, en el mercado árabe los hay de sobra. Quizás, la cosa más interesante (sin que tenga carácter religioso) es jamsa, un símbolo en forma de mano abierta con la imagen del ojo. La historia de este símbolo tiene su origen en la antigüedad: a lo largo de siglos o hasta miles de años de su existencia lo llamaban “la palma de Jamesh” o “la mano de Mariam”. La gente supersticiosa dice que el Jamsa protege contra maleficio y mal de ojo, pero muchas personas en Israel llevan esta cosa extravagante en el cuello como adorno, o en forma del llavero de goma.
Tenemos otra historia parecida del hijo de lana rojo que se lleva en la muñeca: algunos le atribuyen las propiedades defensivas o la capacidad de hacer realidad un deseo pensado cuando el hilo se desgaste. Al mismo tiempo, es uno de los souvenirs más populares en todo el mundo que mucha gente pide que se lo traiga desde Israel. Se dice que la tumba de la procreadora Raquel, la que hace muchos siglos deploraba por los israelitas a los que aprisionaban los conquistadores de Babilonia, estaba envuelto con el hilo de lana rojo.
A los aficionados de deportes activos les gustará el maktot, una variedad local de tenis de mesa que se juega sin mesa; por eso se puede practicar en todas partes, también en la playa. A las personas más pacientes les convendrá el juego “cinco piedras”, un entretenimiento antiguo que activa la coordinación y motricidad de las manos.
A los amigos que prefieren comida exótica, se les puede traer desde Israel hummus, una crema de puré de garbanzos, café con cardamomo, dátiles y olivas israelitas. En cuanto a los vinos ásperos, debido a las restricciones relativas al transporte de líquidos en avión, los podéis degustar sólo in situ. Sobre todo, se recomienda el rimon, el vino de granada, y también el de arándanos.

Panel 19 – Audio 19

Dado que el barrio Cristiano se originó y se extendió alrededor de la Iglesia del Santo Sepulcro, la mayoría de los artículos que se ofrecen en las tiendas de aquí son de carácter espiritual. Algunos de los puestos se especializan sólo en este tipo de producto.
Podemos encontrar aquí una reproducción del icono único, una cruz para llevar sobre el cuerpo o velas de una forma inusual, lo que difícilmente se puede encontrar en vuestro país. Las tiendas locales tienen un gran surtido de aromas orientales que en muchos países siguen siendo raros.
No os sorprendáis si el vendedor os habla en vuestro idioma- ruso, griego, inglés o en uno de los otros. Jerusalén es una ciudad de muchos idiomas y si el conocimiento de uno de ellos permite aumentar ventas, no hay razón para no aprenderlo. O, al menos, recordar una decena de palabras y frases que ayudan a tu comercio.
Puesto que Jerusalén no solamente es la cuna de la civilización occidental, sino también una ciudad oriental, el regateo se considera una de las buenas maneras en su mercado: ¡es una costumbre! Por lo tanto, una vez sepáis el precio del producto que os interesa, ofreced el suyo, unos 30-40% menos. Como es habitual, el vendedor se conformará con tres cuartos del precio anunciado.

Panorama 20 – Audio 20

Al abandonar la plaza, nos hemos encontrado en Muristán, que no es una simple calle, sino una amplia zona en el barrio Cristiano, ubicada entre la Iglesia del Santo Sepulcro, la iglesia griega de San Juan el Bautista y la iglesia luterana a la que nos dirigimos.
Muristán es una palabra persa alterada que significa “hospital”. La inscripción del letrero dice que aquí se encontraba el hospital de la Orden de los Caballeros Hospitalarios para peregrinos y todos los que necesitaban ayuda independientemente de su religión. En el edificio que tenía capacidad para dos mil personas se ofrecía la asistencia médica y comida gratuita a cada uno que la solicitaba. Las premisas residenciales y hospitalarias de los Hermanos Hospitalarios comprendían un amplio territorio de 17 mil metros cuadrados.
Una vez caído el reino de Jerusalén, Saladino permitió que los Hermanos Hospitalarios se quedaran aquí y cuidaran a los cristianos enfermos. Un siglo después en este edificio se ubicará un manicomio. Y a mediados del siglo XV, un terremoto destruirá el edificio del hospital, será reconstruido y abrirá sus puertas a los turistas sólo en 2013.
A finales del siglo XIX, el sultán Abdulaziz regaló la parte occidental de Muristán a los griegos ortodoxos, y la oriental, a Federico Guillermo, el príncipe heredero de Prusia. Fue entonces cuando los alemanes construyeron aquí una majestuosa iglesia luterana a la que nos dirigimos.

Panorama 21 – Audio 21

Estamos delante de una parada de la calle Muristán, que se traduce del farsi como “hospital”. Este lugar lo comentaremos un poco más tarde, pero de momento sólo mencionaremos que a finales del siglo XIX este territorio fue cedido al patriarcado griego ortodoxo de Jerusalén que se puso a acomodarlo con mucho ímpetu.
Primero, se reconstruyó la iglesia bizantina de San Juan el Bautista que había sido destruida más de una vez y se fundó el monasterio del mismo nombre. Segundo, en 1903 en el territorio de Muristán surgió el mercado griego Avtimos que linda con el mercado árabe y debe su nombre al archimandrita griego quién hizo una gran aportación en el desarrollo del comercio.
Un pequeño territorio, llamado Muristán, comprende un sinfín de calles llenas de tiendas y paradas que parten del centro donde hay una plaza con la fuente de caras humanas esculpidas, una cosa bastante rara para Jerusalén. La fuente sirve de decoración para muchos festivales musicales que a menudo tiene lugar aquí.
En numerosas paradas y cafeterías del alrededor se puede encontrar una cosa singular y comprarla para tener recuerdo de Jerusalén, o también tomar algún tentempié o un buen café en la terraza al aire libre.

Panel 022 – Audio 22

Es curioso que ciertos objetos de carácter religioso se pueda encontrar sólo aquí, en la Tierra Santa. Por ejemplo, la sal bendecida. ¿Recordáis la expresión del Evangelio “Ustedes son la sal de la tierra”? Aquí la entienden de manera literal y bendicen esta substancia tan común en un gran lugar santo, en la Piedra de la Unción. Qué pensar sobre esto, Ustedes deciden, pero los resultados de algunas investigaciones confirman que la estructura de la sal absorbe o “recuerda” las propiedades del lugar donde había estado algún tiempo. Y es más, si había estado bendecida.
Un regalo perfecto para un amigo creyente puede ser aceite de la unción santa, el aceite de oliva de la zona con aromas que se bendice en la Iglesia siguiendo la tradición de cierta jerarquía.
Por cierto, si le preguntan al vendedor de mercado si los productos que vende en su tienda han sido bendecidos, lo más probable es que les diga que sí. Ustedes pueden creerlo o dudarlo. Pero si quieren estar seguros de tener para sus recuerdos una cruz, icono, vela o incienso bendecidos, mejor que pongan un pedido en la sección “Objetos santos a domicilio” que gracias al proyecto “Vela de Jerusalén” está disponible en cualquier lugar del mundo.

Panorama 009 – Audio 09.cor

Por fin, hemos salido del laberinto de las filas del mercado y nos encontramos en la plaza delante de la Iglesia del Santo Sepulcro. Pueden hacer click en el botón ubicado en su puerta y empezar ahora la visita “Iglesia del Santo Sepulcro”. También lo pueden hacer más tarde y de momento seguir acompañándonos por los alrededores.
Pues, la Iglesia del Santo Sepulcro reúne los lugares donde el Salvador fue crucificado, colocado en la tumba y resucitado a los tres días, todos estos acontecimientos juntos componen la apoteosis de la narración evangélica. A lo largo de la historia, este majestuoso edificio fue destruido tres veces, una vez lo devoró un incendió, pero cada vez se reconstruía de nuevo.
De las dos puertas de la fachada, sólo una es funcional: la segunda la tapiaron todavía en la época musulmana. A la derecha de la entrada está la tumba de Philippe d'Aubigné, el caballero que en el siglo XIII acompañaba al emperador Federico II a la Tierra Santa.
La columna del Fuego Santo partida por el rayo en la antigüedad guarda recuerdos sobre el día cuando la administración turca no permitían que los sacerdotes ortodoxos celebraran misas el Sábado Santo. Justo en el apogeo de la disputa, el rayo cayó del cielo, partió la columna y encendió en ella el Fuego Santo. Hoy en día, las misas se celebran por los clérigos de seis confesiones cristianas siguiendo un orden complicado, pero el derecho de rezar en el Edículo el Sábado Santo y recibir el Fuego Santo lo tiene únicamente el patriarca ortodoxo.
Otro artefacto de la Iglesia que se ve bien desde fuera es la Escalera inamovible. Es un testimonio de cómo durante muchos siglos se respetan aquí las tradiciones y acuerdos según los cuales hasta las mínimas modificaciones en la Iglesia del Santo Sepulcro pueden ser llevadas a cabo únicamente por acuerdo de todas las comunidades religiosas presentes aquí.
Mientras tanto, daremos la vuelta alrededor del templo y desde el lugar donde los peregrinos abandonan la basílica avanzaremos, por la calle Muristan, para ver otro edificio con una interesante historia.

Panorama 23 – Audio 23

Paseando por Muristán y visitando otras calles y plazas de la Ciudad Vieja, viendo a cada paso monumentos arquitectónicos que tienen su origen en la remota antigüedad, te pones a reflexionar, sin querer, sobre el misterio de la Tierra Santa. Muchas veces, desde los tiempos remotos y hasta nuestros días, estos lugares se sometían a guerras y devastaciones – y cada vez volvían a reconstruirse, se hacían más bonitos y más poblados que antes.
Es probable que una leyenda de aquí nos ayude a entenderlo. En el desierto, lejos de las vías de comerciantes, apareció un manantial. Sus aguas compactaron la arena, el viento trajo allí un granito de tierra en la que creció hierba, los pájaros vinieron a beber agua y trajeron en su plumaje semillas de arbustos y árboles. Con el paso del tiempo, alrededor del manantial floreció un oasis con palmeras que daban sombra, y durante muchos siglos las caravanas de comerciantes hacían aquí una parada para llenar sus depósitos con agua y recobrar fuerzas.
Las palmeras protegían el manantial de las tormentas de arena y sus raíces se alimentaban de sus aguas. Los dátiles que crecían en abundancia en las palmeras servían de comida a los viajeros que explicaban por todo el mundo la historia del oasis bendito en medio del desierto.
Pero una vez, al oasis en vez de comerciantes vinieron enemigos. Sus guerreros se exterminaban unos a otros, pisaron hierba y quemaron palmeras, y el manantial, lo taparon con piedras. Muy pronto, no se quedó ni una pista del oasis. Y las vías de comerciantes se desviaron por otros caminos.
… Y luego, lejos de las vías de comerciantes, en el desierto apareció un manantial.

Panorama 024 – Audio 24

En el barrio Cristiano de Jerusalén están ubicados los centros religiosos y administrativos, así como los templos históricos de muchas comunidades cristianas – ortodoxa, católica y otras, incluida la de los protestantes. Los luteranos evangélicos también están presentes aquí.
A esta comunidad le pertenece la iglesia del Redentor de estilo neorrománico, se ve bien su campanario. Esta iglesia protestante fue construida a finales del siglo XIX y bendecida el Día de Reformación en presencia del emperador germánico Wilhelm II, durante aquella visita del Káiser a Jerusalén en 1898 la que ya habíamos mencionado.
De fundamento para esta iglesia sirvió la capilla de San Juan construida por los cruzados. La entrada inoperante en la parte septentrional del templo conserva los vestigios de la construcción medieval, entre los que se destacan las imágenes de los signos del Zodíaco. La parte medieval del edificio que en la época de las Cruzadas se llamaba la iglesia de Santa María Latina ahora alberga la capilla de San Juan.
En los años 70 del siglo XX la Iglesia del Redentor sufrió una reconstrucción integral y le fueron añadidos mosaicos tanto por fuera como por dentro.

Panorama 025 – Audio 25

El edificio de la iglesia luterana del Redentor que acabamos de observar desde fuera, es muy pintoresco también por dentro. Su acogedor patio está rodeado por galerías, dentro de la iglesia hay un órgano – aquí tienen lugar conciertos de música espiritual. En cuanto a las misas, se celebran tanto en alemán como en árabe.
El edificio pertenece a la Fundación evangélica de Jerusalén que tiene su sede en Hannover y también posee en la Tierra Santa la Iglesia de Resurrección en el Monte de los Olivos, la que visitaremos sin falta durante una de nuestras visitas virtuales.
Si superamos todos los 178 peldaños de la iglesia luterana del Redentor, podremos disfrutar del panorama inolvidable de todos los cuatro los barrios de Jerusalén – cristiano, musulmán, armenio y judío – a vista de pájaro.
Pero continuemos nuestro camino por la calle Muristán para conocer su historia y observar con atención sus puntos de interés.