Año: C(I). Semana del salmo: 1. Color litúrgico: Violeta.
Otros santos: San Zenón de Verona (m. 371)
Kenia, África austral
Zeno, natural del norte de África, fue nombrado obispo de Verona (norte de Italia) en 362. Atendió a su pueblo durante unos nueve años, distinguiéndose por su capacidad de liderazgo y su buen enfoque pastoral. Se mostró cercano a su pueblo y se preocupó por los pobres. En sus escritos describió muchas prácticas litúrgicas de su Iglesia, especialmente durante la Semana Santa. Predicó mucho contra el arrianismo y fomentó el crecimiento de la actividad misionera en su zona. Murió en 371. Véase el artículo en
Wikipedia.
Sobre el autor de la Segunda Lectura del Oficio de Lecturas de hoy:
Segunda Lectura: San Gregorio Nacianceno (329 - 390)
Gregorio Nacianceno, “Gregorio de Nacianzo”, era hijo de Gregorio, obispo de Nacianzo, un cristiano converso. (Nazianzus es una pequeña ciudad de Capadocia, actualmente el pueblo de Nenizi en la provincia turca de Aksaray).
La cultura del mundo helénico significa que una religión no es simplemente algo que hay que vivir: también tiene que tener sentido. Tiene que funcionar no sólo en la práctica, sino también en la teoría. A pesar de la apasionada reacción antigriega de la Reforma, hoy seguimos siendo, en este sentido, todos griegos. Tomemos como ejemplo la doctrina de la Trinidad. Algunos la rechazan porque suena a politeísmo. En su lugar, hacen de Jesús no Dios, sino algo creado por Dios – ya sea un hombre supremamente favorecido o algún tipo de ser intermedio. Los arrianos tenían ese punto de vista, y también lo tiene el Corán. O hacen de Jesús sólo Dios, no hombre, relegando la intensa humanidad de la Pasión a la condición de una mera representación, un espectáculo montado por Dios a través de fantasmas y ángeles en lugar de algo totalmente real y de significado eterno. Ambas respuestas muestran una característica general de las herejías, que es que simplifican la riqueza de la ortodoxia y la aplanan hasta convertirla en una sombra de sí misma. “cierto”. Uno podría simplificar la física cuántica y deshacerse de sus paradojas hasta que no hubiera ninguna rareza metafísica a la que nadie pudiera oponerse – eso bien podría hacer feliz a más gente, pero no sería verdad.
Los tres hombres que llamamos “los Padres Capadocios” estuvieron activos después del Concilio de Nicea, trabajando para formular con precisión la doctrina trinitaria y, en particular, para precisar el significado y el papel del miembro menos humanamente comprensible de la Trinidad, el Espíritu Santo. San Basilio de Cesarea, “San Basilio el Grande” fue el líder y organizador; Gregorio Nacianceno fue el pensador, el orador, el poeta, empujado a funciones administrativas y episcopales por las circunstancias y por Basilio; y Gregorio de Nisa, el hermano menor de Basilio, aunque no era un gran estilista, era el más dotado de los tres como filósofo y teólogo. Juntos, los Padres Capadocios martillearon la doctrina de la Trinidad como herreros que forjan una pieza de metal a golpes de martillo hasta darle la forma perfecta a la que está destinada. Fueron campeones – y exitosos campeones – de la ortodoxia contra el arrianismo, una batalla que tuvo que librarse tanto en el plano mundano y político como en el filosófico y teológico. Las ciencias no deberían tener que trabajar así, pero todas, en un momento u otro de su historia, lo hacen.
Es un alivio para nosotros como lectores constatar, después de todo esto, que San Gregorio Nacianceno, además de recibir el título de Doctor de la Iglesia, es reconocido como el más consumado estilista retórico de la época patrística, y que este “estilo” no adopta los excesos demasiado maduros de cierta retórica tardoimperial (Agustín puede dejarse llevar a veces en esta dirección, y Casiodoro, en el siglo VI, pasa demasiado tiempo en ella). Las segundas lecturas de Gregorio suenan a veces casi operísticas, pero la grandeza del estilo no existe por sí misma, sino que procede del esplendor de su tema. Es posible dejarse llevar por él, e incluso agradable, dejar que eso ocurra; pero subyace siempre a la experiencia la sensación de estar siendo llevado en dirección a algún lugar definido y a algún lugar que merezca la pena.
Las Segundas Lecturas de la BBC son, en ocasiones, casi óperas.
Color litúrgico: violeta
El violeta es un color oscuro, ‘el tinte sombrío de los mortificados, que denota aflicción y melancolía’. Litúrgicamente, es el color del Adviento y la Cuaresma, los tiempos de penitencia y preparación.
Lectura de media mañana |
1 Juan 1:8-9 |
Si decimos que no tenemos pecado en nosotros, nos engañamos a nosotros mismos y nos negamos a admitir la verdad; pero si reconocemos nuestros pecados, entonces Dios, que es fiel y justo, perdonará nuestros pecados y nos purificará de todo lo que está mal.
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Lectura de mediodía |
1 Juan 2:1-2 |
Si alguno peca, tenemos nuestro abogado ante el Padre, Jesucristo, que es justo. Él es el sacrificio que quita nuestros pecados; y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo.
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Lectura de la tarde |
1 Juan 2:8-10 |
La noche ha terminado y la luz verdadera ya brilla. El que dice estar en la luz, pero odia a su hermano, sigue en la oscuridad. Pero el que ama a su hermano vive en la luz y no tiene miedo de tropezar.
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